Los termostatos pueden clasificarse según el tipo de tecnología utilizada en su construcción, siendo las más comunes la mecánica y la electrónica. La elección depende del uso previsto.
Termostatos mecánicos
Los termostatos mecánicos tienen un mecanismo que permite o impide el paso de la corriente para mantener la temperatura. Dentro de esta categoría, los más utilizados son termostatos bimetálicos. Su sensor es una lámina formada por dos metales diferentes con coeficientes de dilatación térmica distintos. Tomemos como ejemplo un calentador de ambiente. El calentamiento provoca una mayor dilatación de uno de los metales, lo que provoca la deformación de la lámina, que activa el contacto eléctrico e interrumpe el paso de la corriente cuando se alcanza la temperatura preestablecida. Cuando se enfría, la lámina vuelve a su forma original, permitiendo de nuevo el paso de la corriente eléctrica y, por tanto, la generación de calor por el dispositivo.
Los termostatos mecánicos pueden ser analógicos (con un mando que gira para seleccionar la temperatura deseada) o digitales (con una pantalla numérica y botones para ajustar la temperatura deseada). Aunque son muy básicos, se recomiendan en determinados casos, sobre todo para sistemas de calefacción con un suministro eléctrico inestable o con relés.
La principal desventaja de los termostatos mecánicos es que ofrecen menos precisión en el control de la temperatura, que es de unos 3 °C.
Termostatos electrónicos
Los termostatos electrónicos son los más utilizados hoy en día. Disponen de circuitos integrados que permiten una regulación precisa y una medición continua de la temperatura para garantizar la homogeneidad térmica, por ejemplo en una habitación (con un sistema de calefacción tipo radiador o suelo radiante), dentro de un horno, etc.
Estos termostatos se han convertido en los más comunes porque son inteligentes y fáciles de usar. Los usuarios pueden programar la temperatura deseada con gran precisión e incluso según la hora del día o el día de la semana. Por ejemplo, los termostatos electrónicos pueden programarse para que bajen o apaguen la calefacción por la noche, reduciendo el consumo de energía hasta un 30%.
Hay nuevos modelos conectados con tecnología de última generación que pueden generar ahorros de energía aún más significativos.
Sin embargo, la instalación de termostatos electrónicos debe cumplir ciertos requisitos, a saber, debe ser realizada por un electricista y el aparato debe colocarse a una distancia mínima de 1,3 metros del suelo, lejos de corrientes de aire, luz solar directa y fuentes de calor.
Termostato électrónico IVOR
Termostato mecánico STEGO