La elección del calzado de seguridad dependerá del nivel de protección que se necesite, siempre atendiendo al confort, la estética y el precio.
El calzado que cumple con la norma EN ISO 20345:2011 está equipado con topes de seguridad con protección frente a impactos con un nivel de energía de 200 julios. El calzado de seguridad deberá también ser al menos antideslizante sobre superficies lisas y grasas en entornos industriales y las suelas deberán ser resistentes a los hidrocarburos. Puede resultar necesario comprobar si las suelas aparecen clasificadas como resistentes a la perforación, en particular para la intervención en talleres mecánicos; antiestáticas, sobre todo para talleres en los que existe el riesgo de descargas electrostáticas, o ignífugas, para los talleres de soldeo, por ejemplo. El calzado debe presentar también una buena resistencia a la abrasión para evitar el desgaste prematuro.
Una vez determinados los tipos de protección necesarios, uno de los primeros criterios para elegir el calzado más cómodo posible es determinar si los empleados necesitan un calzado con o sin caña. A continuación, se decidirá si el calzado debe ser de cuero o de tejido, o si debe estar fabricado con materiales poliméricos para garantizar una buena estanqueidad. El material elegido determina a menudo el peso del calzado: cuanto más ligeros sean los materiales, más cómodo será el calzado. Otro elemento esencial que se debe tener en cuenta para la comodidad del calzado es el tipo de material utilizado para el tope de seguridad.
Por regla general, el calzado de seguridad es holgado porque los fabricantes anticipan el uso de calcetines gruesos, o incluso calcetines de seguridad, para garantizar la comodidad del usuario, por lo que se debe evitar encargar un calzado de un número más pequeño que el habitual.