Para dimensionar un cabrestante, será necesario conocer su capacidad, es decir, la carga máxima que puede soportar, la cual deberá ser superior al peso máximo de elevación o arrastre; con esto se evitará, además, cualquier riesgo de accidente. Por lo general, la capacidad de tracción deberá ser dos veces mayor que la carga que haya que arrastrar. Habrá que considerar un margen de seguridad del 50 % como mínimo. La capacidad del cabrestante se suele indicar en libras (lb) o kilogramos (kg). Para conocer la carga máxima soportada, se puede hacer un cálculo rápido sabiendo que una libra equivale a 0,45 kg.
También hay que tener en cuenta que, dependiendo de la distancia, el medio de tracción se enrollará en el tambor en capas sucesivas, y que el fabricante indica la capacidad del cabrestante para la primera capa de bobinado. A medida que se va enrollando el medio de tracción, el diámetro de bobinado aumenta y, por lo tanto, la velocidad del cabrestante. Sin embargo, la capacidad de tracción del cabrestante disminuye debido al aumento del par con motivo del aumento del diámetro de bobinado. Se puede estimar una disminución de la capacidad de tracción del cabrestante del 13 % por capa ya bobinada.
Si el cabrestante tiene que elevar una carga definida, será necesario asegurarse de que la carga indicada por el fabricante no sea únicamente la carga de arrastre, esto es, de remolque y no de elevación.
La velocidad de rotación del cabrestante y el diámetro del tambor deberán ser aptos para cada uso: ambos valores determinan la velocidad de tracción del cabrestante. Hay que diferenciar entre la velocidad de rotación del cabrestante sin carga y la velocidad de tracción —o de arrastre— a plena carga. En general, un cabrestante tiene una velocidad de tracción de aproximadamente 1,5 metros por minuto. Cuanto más rápido deba ser el cabrestante, mayor será el consumo de energía.